El juego social de atracciones y repulsiones se produce generalmente con un coloreamiento emocional particular que lo acompaña. Muchas emociones cobran cuerpo en ese contexto de unas interacciones reales o imaginarias. A ese conjunto de emociones les podemos asignar el calificativo de sociales. Son emociones que nacen y se desarrollan en, para y por las interacciones sociales y la creación de diferentes vínculos sociales.

La comunicación es la matriz social en la que estas emociones se manifiestan y a la vez, le dan forma. Toda comunicación se produce en un contexto emocional y va dando forma a su consolidación o modificación. En este sentido, disponer de un mapa que nos permita contemplar el pasaje de unas emociones a otras es de gran ayuda para aquellas profesiones que pretendan conseguir una mejora en el bienestar de las personas.

Las emociones sociales nos explican una historia sobre las posiciones relativas de los actores sociales, reales e imaginarias, siguiendo dos ejes perpendiculares que hacen referencia, por un lado en el eje horizontal, a la cercanía o distancia, y en el eje vertical, la superioridad o inferioridad de los actores puestos en relación. Una tercera dimensión haría referencia al tamaño (siempre relativo) de los actores sociales.

La humillación es el paradigma de las emociones sociales, y alrededor suyo nos podemos imaginar la constelación de las emociones sociales. El aprecio, reconocimiento y enaltecimiento son sus contrarios, pero muchas veces esta necesidad aparece en forma negativa en forma de temor, culpa o vergüenza de haber sido o eventualmente poder ser humillado. La rabia y el odio son formas destructivas íntimamente vinculadas a esta emoción transcendental para la vida humana.