En la gestión y optimización del funcionamiento de las comunidades de práctica habría que contemplar una mayor simplicidad en el acceso y utilización de los contenidos de conocimiento, y a los procesos de comunicación que deben ser patrocinados.
Para ello hay que considerar el papel de los dos pilares sobre los que se sustenta el funcionamiento de la Comunidad. Por una lado, la base tecnológica (interface y herramientas de gestión de contenidos que facilitará o dificultará la realización de la tarea colaborativa con el resto de la Comunidad), y por otra parte, las que se refieren a las técnicas conversacionales, que ponen en juego las personas encargadas de facilitar y dinamizar el proceso de comunicación y generación de conocimiento compartido.
Hay que pensar que todo el sistema debe estar orientado a la potenciación de las personas, promoviendo y facilitando tanto su participación como la explicitación de sus experiencias y recursos .
La mejora del interface y la facilidad de uso del sistema es de una gran importancia puesto que si los que participan no se sisente cómodos en el entorno online es muy difícil que lo utilicen de una manera productiva. Pero me gustaría centrarme en el aspecto del facilitador de la comunicación que me parece debería tener habilidades para la captación del sentir y el sentido de lo dicho por cada participante y proponer una direccionalidad que teniendo en cuenta los objetivos de la comunidad haga converger los diferentes puntos de vista en formulaciones que dan cabida a los mismos.
Para ello, es de vital importancia el estilo de la escucha. La escucha es una actividad que requiere un trabajo tanto teórico como práctico, puesto que es imposible el conocimiento sin un trabajo de modelamiento que organiza, sintetiza y hace comprensible y manejable lo escuchado.
El facilitador pone su escucha al servicio de la dinámica conversacional en la que interviene entralazando y armonizando el sentir y el sentido de lo que las personas participantes van expresando en la comunidad. Las habilidades del facilitador expresando una genuina curiosidad por lo dicho por el otro es de una importancia capital, insistiendo con formulaciones que invitan a profundizar en el razonamiento iniciado por cualquiera de los intervinientes.
La actitud de profundización en el flujo de pensamiento de cada persona requiere una tolerancia hacia los planteamientos divergentes sin cortarlos o desanimarlos por miedo a que se conviertan en obstáculos a la consecución de la convergencia de los puntos de vista.Profundizar en el sentido de lo dicho convencidos de que siempre existe un contexto en relación al cual cobra sentido el planteamiento de cada persona.
Y ello hacerlo no solamente por un interés en la generación de una abundancia explicativa del punto de vista sino también por la necesidad de que cada participante pueda sentirse reconocido de manera generosa en su propia experiencia: sentirse escuchado es sentirse comprendido lo que va a potenciar la escucha y la apertura a comprensiones compartidas.